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El castillo interior


"Poderoso es el Señor de enriquecer las almas por muchos caminos y llegarlas a estas moradas"
Santa Teresa de Ávila


Las ciguëñas renunciaron a migrar a Africa este año, y es que en Ávila todavía no hace frío, ni menos nieve. En "La flor de Castilla", donde pruebo las deliciosas yemas de Santa Teresa, me advierten "Aqui la gente no puede venir como usted anda vestido, no en enero".

Y sí, el cambio climático se hace sentir, pero de momento no incomoda demasiado. Me preocupan sí las cigüeñas, para esta semana se anuncia nieve y no puedo dejar de pensar que ellas estarían mejor en el lago Tanganika o donde sea que esté el Club Med donde pasan sus vacaciones.

Ávila es famosa por sus murallas, de entre las mejor conservadas de Europa, ahí las pelea con Edimburgo y Carcassone. Avila es una de esas ciudades en las que es difícil no sacar fotografías espléndidas, aunque sea, como en mi caso, con la cámara del celular.

Y no dejo de pensar que ultimamente como escritor, soy un excelente fotógrafo.

Esta de acá abajo es la catedral y la muralla, al medio puede verse la vista de la ciudad desde un antiguo templo al que aqui llaman "los cuatro postes", a la derecha la muralla otra vez, construida sobre una muralla mas antigua, contruida esta a la vez sobre un espinazo de rocas.



Podemos ver a un costado la iglesia románica de San Vicente, los leones que exhiben su culo y guardan la Catedral, la huerta de la casa de Santa Teresa, que cuando niña leía con su hermano las vidas de los santos y soñaban con ir a las tierras de los moros para ser martirizados. "Y de tal manera espero, que muero porque no muero", diría más tarde.



Incomparable el atardecer frente a los muros de la fortaleza-ciudad, que se pueden recorrer y proporcionan vistas como éstas. Para Santa Teresa el alma de cada uno es un castillo con muchas puertas a las que se puede acceder mediante la oración. Una idea que supongo salta a la vista si se vive en un sitio como éste.

Aquí, las ruinas de San Gil, con sus cigüeñas. Una talla en piedra mostrando el martirio de San Vicente, y unos árboles que unen sus ramas y que parecen flores de algodón, sin algodón, que igual corre viento en Ávila.


Seamos beatos, gracias Santa Teresa por día de sol concedido. Me gustó tu museo, con recuerdos de Teresa de Los Andes incluidos. Prometo visita a estatua de tu transverberación esculpida por Bernini en la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma este marzo. Amén

Siempre me pareció que esta Teresa estaba bien loca... Ávila es bacán. Ya fuiste a Segovia a ver chanchitos?
xxx

...uy! que ganas me dieron de ir a conocer esas tierras... y a comer yemas de Santa Teresa!!...; lindas las fotos... (lo que no le quita mérito al texto)...

...un abrazo Barro!...

Hola. Me encontré con tu blog y me has conmovido bastante, aunque como decía la Vieja Teresa:

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa.
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

Algo sentí. Por supuesto en conjunto con saber que no estoy loco por escuhar a la Rosenvinge. En Chile ya no la venden pero he conseguido o comprado todos los discos. Te recomiendo leas las cartas de amor de la Mistral, o el Libro "Bendita mi lengua sea" que es una recopilación muy buena de Jaime Quezada.

Saludos

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