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y el mariachi me acompaña...





Yo por mucho tiempo he sido de los que viajan solos sin problemas, nací con las agallas esas necesarias para no requerir de compañía para ir al cine, a la montaña o a la disco. Yo recorrí la mitad de Europa el 2005 saltando de un sitio a otro sin que me detuviese la melancolía, sintiéndome a todas luces completo siendo yo mismo y claro, viajando de esa manera conocí a un montón de gente.

Luego el amor llega y se va y deja toda la construcción del yo de lo más inestable, ahora salto de ciudad en ciudad huyendo de la visión de las parejas de la mano, pasando raudo por sobre esos lugares malévolamente románticos que capturo con la cámara de mi celular. Ese puentecito en Zumaia, esas risas de niños pequeños, ese atardecer y ese menú para dos, y ese jardín y ese pajarito y todo todo te recuerda que ya no estás completo, que prefirirías no estar solo yendo de aquí para allá, el hecho que la gran mayoría de las canciones de mi mp3 player hayan sido escogidas pensando en los sentimientos que albergas por aquella persona no hacen más que empeorar la sensación de prófugo, de hormiga perseguida por los rayos concentrados del sol en una lupa.

Hasta que llego a Pamplona, capital del Reyno de Navarra. Cómo mola esto de visitar sitios que se llaman así, reynos, aunque ya no tengas reyes, pero si tienen su policía propia (con gorritos rojos), su bandera propia y sus tradiciones propias y su oficina de información túristica muy propia donde puedes coger todos los folletos informativos turísiticos que quieras, y soñar con destinos de ensueño, soñar que estás en un sueño.

Y el Mariachi que me acompaña se queda momentaneamente extramuros, en unos juegos infantiles junto a un puente del Camino de Santiago.

En este sueño que es Navarra me recibe el rey y me cuenta historias antiguas e historias recientes, de australianos que se emborrachan en San Fermín y se montan sobre la fuente de la Mejillonera para luego sacarse la ropa y saltar desnudos sobre sus amigos. La importancia de tener amigos que te agarren cuando caes desnudo, no todos la tienen, varios australianos han salido parapléjicos de los San Fermines, y no fue culpa de ningún toro.

Y las murallas, la ciudadela inexpugnable, se está bien en una ciudad amurallada, feng shui medieval, los malos espíritus se quedan fuera. A la entrada de Pamplona dos estatuas desmembradas recuerdan en varios idiomas a la Paz, rehecha y contrahecha. Más allá, el Baluarte, edificio de granito negro de Zimbabwe para congresos y eventos. Pamplona tiene algo de ciudad señorial, me recuerda a Torino, ciudad de gente que piensa antes de actuar, si exceptuamos claro a los que corren frente a los toros en San Fermín, no hay mucho tiempo para pensar si detrás tuyo viene un toro con sus cuernos. Pero claro, esa es la Pamplona de postal, la de Hemingway, a quien no quieren mucho aquí. Su estatua frente a la plaza de toros tuvo que ser removida para protegerla de los ataques. Eso me dice el rey, que además me cuenta otras cosas.

El descubrimiento de América no fue un buen negocio para España, me dice, España no estaba preparada para tamaña empresa, nunca se lo plantearon como un negocio, sino como un deber moral, la evangelización de las Indias. Y claro, todo el oro se iba en pagar el ejército, y la construcción de ciudades, es caro ser una metrópolis, y así todo el oro de Moctezuma y Atahualpa se temrinó yendo en pagar a los prestamistas lomabardos y holandeses, a los Fúcar, el oro de las Indias no lo vas a encontrar en España, en Sevilla, algo, tal vez. Pero para España el Nuevo Mundo fue una sangría, Castilla se despobló en un par de generaciones, todos los jóvenes se iban a hacer fortuna y pocos volvían, el campo se despobló y hubo que importar alimentos, el dinero huye. Mejor les fue a los que no se iban, catalanes, valencianos, y es cierto digo yo, que los apellidos castellanos perdieron incluso su nobleza en América Latina, los Pizarro, Cortés, Rodríguez, Zamora, Perez, Soto, González, Tapia. Nada tienen hoy que hacer contra los apellidos vascos o catalanes. América fue una sangría de la que España quedó anémica hasta el siglo XX. Y ahora claro, la tortilla da la vuelta, la sangre, pero más el dinero, tiran y vuelven los apellidos castellanos a la Madre patria, vuelven mezclados con sangre indígena, a una España que el 2050 debiera ser el país con mayor proporción de viejos del mundo. Llegan de Ecuador y Colombia y Perú, de Brasil, Venezuela y Argentina, de Chile ya no tanto, estudiantes la mayoría.

Y claro, piensa uno aquí en las murallas de Pamplona, que invento más inútil, las murallas, pero al menos estas son bonitas. Y que bien se está aquí, aunque la procesión de viernes santo se haya suspendido por unas pocas gotitas que cayeron, pero da igual, que esto no es como en Andalucía, lo propio de Navarra son los pintxos, y el patxarán y el txacoli y para eso no hace falta buen tiempo, el buen tiempo acá no es que abunde, pero es necesaria la lluvia para mantener los campos verdes de este reyno.

Al día siguiente voy a Olite, antigua residencia real, castillo reconstruido con aires franceses, a lo Carcassone. Donde además está el museo del vino, vino navarro rosé. Olite de hecho se merece un post de fotos para él solo....

GRACIAS A DIOS QUE HAN DESAPARECIDO APELLIDOS COMO LOS QUE MENCIONAS QUE HAN SIDO TRÁGICOS Y DEVASTADORES PARA TODA AMÉRICA. ES MEJOR QUE NO QUEDE NI EL RECUERDO DE LOS ASESINATOS PERPETRADOS POR ESTOS LARES. SUERTE

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