Sal en invierno
Una ligera plumilla blanca surca y se extiende por el cielo de Madrid, miro a todos lados, buscando el árbol del que pueden provenir tan curiosas semillas, pero no, resulta que a esto se le llama nieve.
Copos de nieve, más bien, copitos, tan diminutos que resultan imposibles de coger con la mano. Y sin embargo las cunetas las veo blancas. Entro a la tienda portador de la noticia, "chicos, allá afuera está nevando!"
Yo me meto al baño-camarín, donde Simona está cortando un par de queques y me pide ayuda. Acaba de firmar el contrato indefinido y quiere celebrarlo.
Mi contrato actual es de seis meses, a fines de febrero se acaban y seré yo quien esté ansioso como lo estaba Simona esta semana, sin saber si me lo renovarán o tendré que buscarme otro trabajo, si tendré o no que comprar algo rico para compartir con los otros dependientes.
Febrero será un mes de incertidumbres, de esas que yo tanto digo que me gustan.
Me preocupa que en recursos humanos recuerden demasiado bien mis intenciones expresas en la entrevista de trabajo de no estar mas de un año en España. Si bien nadie creo se imagina jubilar como vendedor de maletas, no creo que les haga gracia contratar a alguien que se va en agosto. Que se va adonde?, aún no lo sé, es parte de las incertidumbres. Edimburgo, la Atenas del norte, pelea de momento con Londres, Dublin y Liverpool. De todos modos, no me cierro a la posibilidad que un contendiente sorpresa se lleve la corona, es decir, a mi.
Y luego está la vivienda, a la casera le dije (a long long time ago) que me quedaba sólo hasta febrero, necesito corregir aquello y para eso mantener buenas relaciones con los esquivos compañeros de piso.
Y está también el cuore, catorce de febrero con novio al otro lado de los Pirineos no deja de ser. Febrero, quiero que pase rápido febrero para volver a ver a mi chico allí donde todos los caminos llevan.
Ayudarán a que pase rápido, la multitud de estrenos de buen cine, la visita de Javiera, la presencia de Maca y Rick, además de claro, que sea un mes de solo 28 dias.
Todo esto está en mi cabeza mientras mastico un trozo de queque y me visto el uniforme de cucaracha, me apreto el nudo de la corbata, salgo y pregunto si acaso vieron o no la nieve que blanquea las aceras.
- Eso no es nieve, es sal-, me informan
Claro, sal. Sal que derrite la nieve, tiene sentido, hay que cuidar el tráfico. Afuera ya la plumilla se ha esfumado, el frío se ha quedado afuera. Adentro todos estamos en mangas de camisa, saludando a las atemorizantes marujas madrileñas envainadas en sus abrigos de piel, que las sofocan y las fuerzan a comprar rápido e irse, a tomar decisiones con la cabeza aún fría, igual ellas lo tienen más fácil que uno, o quizás no:
"-Si no le convence, tiene un mes de plazo para cambiar el producto, basta con que lo presente en buen estado junto con la boleta. Puede cambiarlo por otra cosa o por un vale que tiene duración de un año. Eso sí, no devolvemos el dinero."
londres, aunque esté muy trillado, es una ciudad cojonuda para vivir un tiempo, aunque es la hostia de cara... yo viví allí un año y fue tan intenso que supuso un antes y un después
suerte con todo, shileno salao
Posted by Anonymous | 5:04 AM
Post a Comment