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Croac



Casi me olvidaba de qué tenía que escribir en este post. Porque claro, los días pasan, y uno llega agotado a casa, y con esto de tener el computador en la cama ahora me duele la espalda y sin embargo aquí sigo.

Pero ya me acordé.

Verdad que fui a Salamanca.

Estoy haciendo un bonito circuito por las universidades europeas, ya sé lo que es dormir en un andamio de Bolonia, en Oxford ya fui de pijo y el recuerdo que me traje es un búho de plomo pisapapeles de la Bodleian Library, y de Salamanca, pues de Salamanca me traje una rana montada sobre una calavera.

Resulta que la puerta de la universidad está llena de figuras talladas, y el juego de todos los días, porque siempre hay gente de pie frente a la puerta poniendo los ojos turnios, consiste en encontrar a la rana. Si encuentras a la rana pasarás el curso, dice la leyenda. Y decía Miguel de Unamuno, posiblemente el rector más famoso que ha tenido la universidad, que no es el problema no encontrar la rana, sino que quedarse sólo en la rana e ignorar el resto de la espléndida fachada plateresca, que se supone representa a la virtud y al vicio. Aún así, cuesta entender el significado de la rana sobre la calavera. Representa acaso a la sífilis?, plaga absoluta entre los estudiantes salmantinos, que tenían el privilegio que todas las prostitutas del reino venían acá a "estrenarse" con estudiantes guapos antes de ir a por los viejos babosos. A mi igual me parece que la rana no deja de ser un símbolo de la vida, que se burla de la muerte.

Antes de venir me bajé al ipod los mp3 de la oficina de turismo de Salamanca, así que no me importa estar solo, pues le doy play al asuntillo y me entretengo. Paso de Massive Attack a las anécdotas salmantinas, y no está mal. Me asomo al paraninfo y me entero que en este preciso lugar hubo un enfrentamiento digno de Harry Potter, con Unamuno haciendo las veces de Dumbledore. Era el año 1936 y se celebraba el "día de la raza", presidían el acto el general Millán Astray, el obispo de Salamanca y Carmen Polo de Franco. Unamuno no se llevaba muy bien que digamos con estos tres, así que pese a ser rector de la universidad, decidió sentarse entre el público (o lo "decidieron", quien sabe).
El caso es que los discursos empiezan a ponerse virulentos, atacando a vascos y catalanes, regiones donde el bando republicano no tenía rival. en fin, mejor hago un copy-paste aquí:

Un indignado Unamuno, que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso. "Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces, Pero, no, la nuestra es solo una guerra incivil (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión (...) Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí esta el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis..."

En ese punto, Millán Astray empezó a gritar: "¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar?" Su escolta presentó armas y alguien del público gritó: "¡Viva la muerte!" Entonces Millán gritó: "¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!" Se excitó sobremanera hasta tal punto que no pudo seguir hablando. Resollando se cuadró mientras se oían gritos de "¡Viva España!". Se produjo un silencio mortal y unas miradas angustiadas se volvieron hacia Unamuno. "Acabo de oír el grito necrófilo de "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja que me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que el mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono mas bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente hay hoy en día demasiados inválidos, Y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como aumenta el numero de mutilados alrededor de él (...) El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada..."

Furioso, Millán grito: "¡Muera la inteligencia!" A lo que el poeta José Maria Pemán exclamo: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!" Unamuno no se amilanó y concluyó: "¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido , diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir, y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España". Millán se controló lo suficiente como para, señalando a la esposa de Franco, ordenarle: "¡Coja el brazo de la señora!", cosa que Unamuno hizo, evitando así que el incidente acabara en tragedia.

La historia está buena, pero una lástima que no esté el video en youtube. Eso me habría gustado verlo.

Para ver en Salamanca está la plaza mayor, el puente romano, que habla de tiempos muy pretéritos pluscuamperfectos cuando Salamanca se llamaba Salmántica y estaba a mitad de camino entre Mérida y Astorga, en la Ruta de la Plata, mucho antes que existiese Madrid.

Visito la antigua cárcel, ahora convertida en el Domus Artium, un espacio para el arte contemporáneo, y me encuentro de sopetón en una sala oscura en cuyas paredes se proyectan famosas escenas de tiroteos de la historia del cine. De todos lados me disparan balas, Clint Eastwood, Uma Thurman, Keanu Reeves y Bruce Willis. Así y todo, sobrevivo.

Visito la cueva de Salamanca, donde el diablo hacía clases particulares de nicromancia a cambio de un módico precio. Voy a la calle Van Dyck, donde se puede, por 1,50 euros, disfrutar de una caña y una tapa a la antigua usanza. En uno de esos bares están transmitiendo escenas de tauromaquia, pero aquí los toreros no llevan armas, sino que hacen saltos mortales por encima de los toros que les arremeten, esto sí que amerita un incuestionable HBO Olé!


Y ahora, unas cuantas fotos, en este link las ven