Llego a Roma por segunda vez, me entregan las llaves del piso y de la habitación con cama queen size donde dormiré un par de noches con mi novio, que pronto dejará otra vez de serlo,vueltas de carrousel que te alejan y te traen de vuelta al mismo sitio, y te marean y te entretienen sin ser más que un juego absurdo, en fin. Roma como Paris es una de esas ciudades románticas por excelencia, destino soñado de lunas de miel y sin embargo pienso que las parejas jóvenes más bien deberían evitarla. Aquí más que en ningún otro sitio, observadas por las ruinas de los siglos que pasaron, y los rebaños de turistas zombies, constatamos con un escalofrío que nada es para siempre, que la belleza es fugaz y la memoria frágil y todo poder vano. O bien, algo en esa línea.









Si eres turista incauto y poco avisado en Roma te abrumas, recién en mi último día descubrí la ruta turística ideal, que se inicia en el Campidoglio, visitando el museo Capitolino, con sus fragmentos de la estatua colosal de Constantino, el bronce ecuestre de Marco Aurelio, la loba de Rómulo y Remo, que sí, que hay copias afueras gratis, que hay otra copia en la Scuola Italiana, ya, pero nunca fue más cierto que en Italia lo de que las copias no se comparan con el original.







La mejor vista del Foro romano se obtiene desde los balcones del Museo Capitolino, que están justo debajo de la plaza del Campidoglio diseñada por Miguel Angel. Luego de cumplir con esta visita al museo más antiguo del mundo (y la antiguedad es algo importante si eres un museo, significa que conseguiste cosas buenas a buen precio). Luego ya puede uno deleitarse entre las ruinas, pagar la entrada al monte Palatino, que vale también para el Coliseo, y tras el Coliseo, comer cerca de la Basilica de San Clemente, donde hacen una lasagna que habría dejado satisfecho al mismo Garfield.



Aviso, hasta el 16 de septiembre en el Coliseo hay una exposición dedicada a Eros, con piezas traidas de los principales museos arqueológicos de Italia, que no es poco decir. La expo está de lujo, la idea de centrarse en un sólo dios del Panteón y analizar sus ramificaciones sociales, éticas y estéticas es fabulosa. Y Eros, vaya, Eros y yo teníamos bastantes cosas de que hablar en privado, así que es una suerte que la mayoría de los turistas pasen olimpicamente de la muestra temporal y se dediquen a sacar las mismas fotos que millones de japoneses ya sacaron antes de ellos. Yo tampoco me quedé atrás, como han visto.



Y entonces ya uno puede relajarse, sintiendo que se cumplió con los hitos obligados turisticos, y antes de volver a estresarse por visitar el Vaticano o la Villa Borghese, cumplir con el Moisés de Miguel Angel, el Caravaggio de Santa maria del Popolo y San Luigi dei francesi, el Bernini de Santa Maria della Vittoria y San Francesco a Ripa; recomiendo pasear con calma y sin dirección, alejarse de la Fontana di Trevi, la Piazza de Espagna y la Via Condotti. Ir más por San Giovanni, Trastevere o Testaccio, entrar a las iglesias que no aparecen en las guias turisticas, y probar la mayor cantidad de sabores de helado no industrial. Como para olvidar cualquier trago amargo del que no queremos hablar, más por tristeza que por recato.

Posted by Barro on Friday, March 16, 2007 at 10:37 AM | Permalink