El toro es noble, podría solucionar el embrollo en que está metido de manera muy sencilla, bastaría con atacar a la montura del monigote aquel que insiste en asestarle lanzazos. Primero le clavan dos que funcionan como aguijones, le dejan clavado el puñal y liberan una banderita que el jinete ondea hacia la multitud que aplaude. Mientras el toro sangra y es distraido por toreros de los típicos, con una tela roja (que no es roja, sino magenta). El toro se deja distraer, tal vez porque es noble y sabe que la gente aquí espera ver a los toros correr tras el color rojo, aunque no sea rojo, sino magenta.
Estoy en la plaza de toros de Ventas, la segunda más grande de España. Estamos en la feria de San Isidro, lo que me entero, quiere decir que una multitud de toros se sacrifican y un montón de pipas serán mascadas en honor a qué se yo.
Vine porque si tienes suerte, te regalan la entrada. Hay mucha reventa en Ventas, y cuando llegan los polis los revendedores se convierten súbito en viejos pascueros, regalando la entrada que le sobra porque su mujer no pudo venir, o su hijo prefirió jugar con la wii, que igual muchos jovenes aquí no hay, la mayoría son guiris, extranjeros que no hablan el idioma, pero vienen a los toros porque es una very typical obscenidad.
Marco cruces al costado de cada una de las atracciones turísticas que me van quedando, cuando ya no me quede ninguna de peso será el momento de abandonar España, o al menos la comunidad de Madrid. Aquí por la zona me estarían faltando: Cuenca, el palacio de la Granja de san Ildefonso, el teleférico de la Casa de Campo, y qué más? "Hoy no me puedo levantar"? ya el sábado pasado cumplí con lo de remar en el estanque del Retiro, con Vero y Lucas. Estuvo bien.
Tengo ganas de irme, nunca fue tampoco mi idea radicarme en Madrid. Esta ciudad tan hospitalaria poco tiene que ver conmigo, yo no soy de siestas (aunque ese sea un mito, poca gente duerme siesta en madrid), trasnoches, tapas (mejores son los pintxos), prefiero Serrat a Sabina, el fútbol me da lo mismo y en definitiva, tampoco tiene que ver con nada de esto, pasa más porque Madrid es demasiado parecido a Santiago, y porque no he logrado realmente encontrar a nadie interesante en plan romance-conozcámonos mejor en esta ciudad, tan distinta a Paris, donde parece haber una selección de chicos guapos e interesantes al lado de cada fuente Wallace.
Y pasa por esto, por los toros, por estar aquí sentado en el momento que el vanidoso canalla de traje ceñido le inserta una espada en el lomo y luego la retira como si fuera un medidor de aceite, goteando sangre roja, no magenta. Y el público aplaude, y sacude pañuelos blancos, y a mi me da repulsión. No es justo, no es el hombre contra la bestia, he contado al menos 5 toreros que se han turnado para picotear al mismo animal, que repito, es noble, nunca atacó al caballo, siempre fue a por las piernas del jinete.
Y claro, se puede decir que quien rechaza las corridas de toros y no es vegetariano tiene por fuerza que ser un hipócrita. Que puestos a elegir muertes, la que acontece en el ruedo tiene el paliativo del espectáculo, que es una muerte honrosa, mejor que la de los billones de gallinas que nunca salen de sus jaulas. Si, estoy de acuerdo con eso. Pero igual arrastro mi hipócrita trasero fuera de la Arena después de ver a un segundo toro ser asesinado frente a mí, verlo ser arrastrado por un carro tirado por caballos dolientes y dejar la huella de su peso marcada como un camino fatal.
Mientras, por las pantallas de los puestos de cerveza se ve al torero, henchido de gozo, en su mano tiene una de las orejas del animal, se la ha cortado. El segundo toro era más peleador, hacía el amague de la carga, acariciando el suelo una y otra vez con su pata delantera. Por algunos instantes acaricié la posibilidad de que el toro ganase esta vez (pero con certeza nadie gana realmente en estos certámenes).
Creo que me tengo que ir a Inglaterra, a ver si existen allá realmente, el fair play como los unicornios, o si se trata nada más que de un mito.
Mis amigos me dicen que no lo haga, que en España se está bien ("en ninguna parte se vive tan bien como en España", me dice un español que podría haber sido curicano). Que lo que tengo que hacer es buscarme un trabajo de periodista, donde ganaré menos, pero la pasaré mejor y haré cosas más interesantes. Que hay siempre necesidad de suches en producción de televisión.
Pero yo ya no veo televisión.
Tampoco el toro.