Una visita al Valle de los Caidos (en la Guerra Civil)
El sitio es siniestro, porque el dia estaba bonito y sin embargo las fotos se ven todas siniestrosas. Hablamos acá de una colina con una vista espléndida a uno de los ricos valles del centro de la península, con arboles en plenas galas de follaje otoñal, esta es la sierra, la misma donde los gerrilleros de Hemingway intentaban volar un puente en "Por quién doblan las campanas".
Una sierra indefectiblemente marcada por una cruz.
Un periodista de EFE me contó una vez en Santiago la historia del Valle de los Caidos, la tumba monumental donde Franco quiso descansar junto a su admirado Primo de Rivera, los dos caudillos de España y el millón de muertos en la Guerra Civil, todos juntos bajo una cruz majestuosa. Una cruz sobre los anarquistas agnósticos del bando republicano, unidos a sus rivales en una fosa común.
Y quien construyó el mausoleo faraónico? pues los prisioneros, que al cabo salen baratos como mano de obra.
Abundan las historias de quienes se escaparon del sitio este, pero ninguna puede leerse en el valle mismo. Este es territorio franquista todavía.
Una lástima es no entender bien el simbolismo que hay en las esculturas monumentales que se hallan al pie de la cruz. El águila fascista o imperial es evidentente. Un monje con una espada, se entiende.
Pero luego hay un gigante barbudo que pareciera querer darle una tunda a un león con un libro. Pienso en el San Jerónimo, que Poli me explicó siempre aparece representado junto a un león al que curó sacándole una espina de la pata. San Jerónimo tradujo la Biblia al griego, y como yo soy tollero, me imagino que hay acá una especie de mensaje oculto, afirmando la supremacía del canon por sobre la mística, de la tradición por sobre la reforma, queseyo, pero ahí está la enorme cabeza leona, inclinada, lista para recibir el golpe, como un alumno que se ha portado mal. Y no diré nada sobre Aslan porque ya me estaría pasando.
Y bueno, justo debajo de la cruz se encuentra esta bóveda, adornada con espléndidos tapices que muestran escenas del Apocalipsis, son copias de unos originales del siglo XVI que están en el palacio de La Granja de san Ildefonso. Pero copias o no, creo que es la colección de tapices (o gobelinos) más asombrosa que he visto en Europa (le hacen competencia sólo los de La dama y el Unicornio que se exponen en el Museo de la termas de Cluny, en Paris).
Y bueno, justo debajo de la cruz se encuentra esta bóveda, adornada con espléndidos tapices que muestran escenas del Apocalipsis, son copias de unos originales del siglo XVI que están en el palacio de La Granja de san Ildefonso. Pero copias o no, creo que es la colección de tapices (o gobelinos) más asombrosa que he visto en Europa (le hacen competencia sólo los de La dama y el Unicornio que se exponen en el Museo de la termas de Cluny, en Paris).
Escenas del Apocalipsis, muy apropiado para esta gente como Franco, tan tremendista, que se cree que el genocidio y la guerra es justificado por la defensa de lo que sea que Franco o cualquiera de estos "Caudillos" del siglo XX hayan querido defender, porque seguro que estos se fueron a la tumba creyendose los defensores de algo precioso. Y una mierda. Pero no faltan flores sobre la tumba del Generalísimo.
Y me acuerdo de una anecdota que me contó JuanJo, uno de mis compañeros de piso. Que a él cuando chico le trajeron con todo su curso a ver la tumba de Franco. No hacia mucho su abuelita le habia hablado del caballero este, diciendole que él había matado a su hermano, o sea a su tío, y que era un canalla. Bueno, JuanJo vio la tumba, que está en el suelo debajo de una cúpula bizantina que muestra a las almas de los soldados subiendo al cielo, y rodeado por cuatro ángeles, incluyendo uno que lleva capucha, Azrael. Digo que JuanJo se paró encima de la tumba de Franco y se puso a pegar patadas y gritar, haciendo buen uso de la acústica del sepulcro: "Asesino!, Asesino!, Canalla!". JuanJo era de esos chicos que les gusta llamar la atención, y lo consiguió. Tan sonado fue el asunto que tuvo que irse del colegio.
Le pregunto a una chica alemana que se me cruzó en una foto, justo una que no he puesto, si acaso ella imaginaba que la Tumba soñada de Hitler se habría parecido a esta. Ella me dice que era justo lo que estaba pensando.
Ahora el sitio es una atracción turística, debajo de la Cruz funciona también una abadía, es un bonito paseo, si uno logra hacer abstracción de lo que conmemora y de cómo lo conmemora.
Aunque debo admitir que el arte fascista funciona, que impresionan estos rostros de piedra, que parecen hablar con el tiempo. Y que mi sueño sería poder gestionar a un escultor monumental de estos para que hiciera una estatua gigante de un Ona o un Patagón, para instalarla en las llanuras de la Patagonia, donde fueron extinguidos. Qué tiene que ver lo uno con lo otro? derivo.
Y me callo, dejo hablar a las imagenes, como esta, donde la naturaleza, imitando al arte, ofrece su propia versión de la tragedia del siglo XX, con reminiscencias goyescas.